jueves, 25 de octubre de 2007

moi, je ne dirais pas cancre

Il dit non avec la tête
Mais il dit oui avec le cœur
Il dit oui à ce qu'il aime
Il dit non au professeur
Il est debout
On le questionne
Et tous les problèmes sont posés
Soudain le fou rire le prend
Et il efface tout
Les chiffres et les mots
Les dates et les noms
Les phrases et les pièges
Et malgré les menaces du maître
Sous les huées des enfants prodiges
Avec des craies de toutes les couleurs
Sur le tableau noir du malheur
Il dessine le visage du bonheur.
.
Le cancre - Jacques Prévert


Una pequeña angustia que me recorre el cuerpo por estos últimos días,
y es esa interacción alumno-profesor,
porque nos metemos en una clase con alumnos y nos dirigimos a ellos,
pero en realidad son ellos los que se dirigen a nosotros.

Tal y como describe el poema,
los ponemos a prueba y a menudo presenciamos la misma situación de incertidumbre.
Proviniente de un "mal estudiante", según Prévert,
pero hoy en día no es más que una simple persona con sus propias inquietudes
y una pequeña dificultad frente a algo que le bloquea
o no consigue asimilar.

Entonces viene el momento en el que el profesor
se pone nervioso,
pone más nervioso al alumno y algo ocurre:
las frustraciones salen a flote.
Es esa sensación
que tantas veces presentía como alumno,
la frustración traumática marcada en los ojos del profesor.

Es el momento en el que mis alumnos ven en mí
2° de árabe sin aprender,
las clases de natación y todos los deportes que he intentado,
el piano en mi 9° año, al igual que el violín, la percusión y el canto.
Todas mis frustraciones,

cuyas barreras intenté cruzar y no lo conseguí,
ahí me quedaré estancado.

Empiezo a preguntarme
si las frustraciones de la gente
tienen más que ver con el exterior que con el interior,
si nos las transmiten como legados
o si simplemente no somos capaces de aceptar
que no todo en esta vida es franqueable.

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